No me gusta contar historias tristes y menos esas que son tristes por un malentendido, por una mala interpretación de un hecho sin importancia. Bueno, la vida es así y hoy toca hablar del fin de una buena amistad mantenida durante muchos años.
Los protagonistas son Gerardo y Ramón. Fueron amigos desde la infancia. Lo compartieron todo, travesuras, aventuras, risas y llantos, éxitos y derrotas, etc. La situación que puso fin a su larga amistad se presentó el verano pasado durante las fiestas de su pueblo.
Se animaron y decidieron participar en el concurso de disfraces. Y como hasta entonces eran tan amigos que lo compartían todo, eligieron un disfraz para dos. Un disfraz de caballo, uno delante y otro detrás. Echado a suertes, Ramón iría detrás y Gerardo, delante. Yo creo que ése fue el primer error, compartir un disfraz.
Dos fueron las circunstancias agravantes: el calor que hacía aquella tarde y las fabas con champiñones que se había comido Gerardo ese día.
A ver, Ramón entendía había que ir fresco dentro del disfraz. Hacía mucho calor y el disfraz, además de ser para dos, era de tejido sintético. Pero ¿sin calzoncillos? La verdad es que no le hizo gracia que Gerardo fuera así.
Lo desquició a Ramón definitivamente fue que durante el desfile del concurso, a Gerardo le vinieron unos apretones que no pudo contener… y es que las fabas con champiñones no perdonan.
Y así, por una tontería sin importancia, es como se gesta el fin de una amistad.
Escribe en un comentario si crees que Ramón se portó mal con Gerardo al darle una paliza después de salir del disfraz. Recomiéndale este post a alguien que le gusten las fabas con champiñones. Dale al “megustas” y guarda este post en tus colecciones de cosas “nuncamasconGerardo”.
¡Un momento! Escribe en un comentario si has buscado en Internet que las fabas y los champiñones producen unos gases que se pueden cortar con cuchillo cuando salen (¡seguro que lo has hecho!)
C./