Continúo con mi tendinitis, mal. Y mi sobrino Higinio, H./, dándome la lata para que publique en mis cuentas de RRSS sus dibujos. Todo sea por mi hermana pequeña, su madre. La quiero.
Hoy me he cansado de mi sobrino y lo he mandado a la calle con su libreta y su lápiz a hacer apuntes del natural y me ha dicho: “¿Qué dices?”… Y yo, “Que te vayas a la calle con tu pencil y tu sketchbook a hacer free drawings”… Y él, “¡vale, pues habla claro, tío C./!”… No sé si amo tanto a mi hermana pequeña como para aguantar a este majadero.
Ha vuelto a la media hora con un par de bocetos de la actividad cotidiana de nuestra calle, en la que vivimos, reflejando fielmente la naturaleza urbana con la que compartimos nuestra existencia.
El primer boceto habla por si solo. Sin comentarios. Los perro-animalitos no saben lo que hacen, son máquinas de cagar que utilizan nuestra calle como su aliviadero. Pobres, no saben lo que hacen y son tan monos.
El segundo boceto es de nuestra vecina Charito yendo a hacer la compra al “Auchoski”, el supermercado de la esquina. H./ no dibuja tan bien como yo, pero capta la acción muy acertadamente, con una concepción del espacio única, brutal. En este boceto podemos apreciar a Charito saltando con su carro de la compra, libre y pura, entre las perro-cacas de nuestra calle que se aproximan a ella con malas intenciones.
Mi sobrino H./ me comentó de pasada que Charito no consiguió cruzar la calle… Tres perro-cacas la pusieron perdida a ella y a su carro de la compra. Pobre Charito.
Escribe en un comentario cuantas perro-cacas hay por metro cuadrado en tu calle.
Envía este post a algún dueño de perro-animalito que conozcas y agradécele los regalos que nos deja su bicho en nuestras calles.
Tengo muchas ganas de que se cure mi tendinitis…
C./