Esta es la segunda vez que viene a verme mi yo del futuro. En esta ocasión parece que viene más tranquilo, más delgado, un poco demacrado diría yo, pero esa amplia sonrisa arregla ese aspecto dejado.
A primera vista podría ser cualquiera pero yo me he reconocido inmediatamente. Se ha acercado a mi sonriendo, se ha presentado y después de un fuerte abrazo nos hemos puesto a hablar de nuestras cosas.
Ya me ha contado como termina todo. Me ha dicho que no me preocupe que todo se pasa enseguida y que lo verdaderamente importante es disfrutar ahora de las cosas pequeñas de la vida. Sí, de esas cosas que pasan desapercibidas todos los días y que realmente nos permiten disfrutar de una buena calidad de vida.
Y precisamente por ello, para disfrutar conmigo mismo de las cosas pequeñas y sencillas, le he ofrecido a mi yo del futuro un cortado con una rosquilla de anís, de esas que nos gustan a los dos. Me lo ha agradecido pero parece ser que desde hace algún tiempo ya no come nada.
Bien, yo me lo he tomado mientras seguíamos hablando. A mí me gusta tomarme un cortado con una rosquilla de anís cuando estoy conmigo mismo. Por último le he preguntado si había algo especial a tener en cuenta en los años venideros y me ha comentado que no hay nada destacable en mi futuro… “bueno, sí, ten cuidado con el autobús de la línea 33, que aunque te dé la impresión de que va a parar, no parará…”, me ha comentado en el último momento. No sé qué quiere decir. Bueno, tendré cuidado con ese autobús.
Escribe en un comentario si me has reconocido en mi yo del futuro ¿a que somos una fotocopia?. Recomienda este post a alguien que sea fan de los viajes en el tiempo. Dale al “megustas” y guarda este post en tus colecciones de cosas “cepuntobarraalejatedelbusdelalineatreintaytres”.
¡Un momento! Escribe en un comentario si has buscado en Internet que los viajes en el tiempo nunca serán posibles (¡seguro que lo has hecho!)
C./