
La expresión común es «cajón de sastre». Está referida a un cajón físico donde se guardan cosas variadas de todo tipo y sin orden. Pero hoy no os voy a hablar de ese cajón. Os hablaré de un cajón mental que tenemos todos. Ahí es donde guardamos todas esas cosas y asuntos «pendientes», de lo más variado y totalmente desordenados: es el cajón desastre.
Suele ser ese lugar en nuestro interior en el que no queremos mirar nunca. Cada vez que echamos otra cosa encima, sentimos como un revoltijo en el estómago, cerramos los ojos y apretamos los dientes. Entonces nos prometemos, de verdad de la buena, que «eso no va a quedar así, ya verás como yo lo arreglo».
Y no. En unos cuantos días el manto del olvido, tejido con ruido y rutina principalmente, cubre de nuevo nuestro cajón desastre. Hasta la próxima vez que echemos otro «pendiente» y, mientras lo hacemos, volvamos a escuchar el clamor de los más viejos allí enterrados: «¡dijiste que me arreglarías!, ¡acuérdate!».
Por reconocer la existencia de ese cajón relleno de desastres y, sobre todo, entendiendo cuál es la principal causa de todos ellos, he decidido instalarme ahí. En lugar de echar más y más cosas, bueno, ver qué puedo ir arreglando.
Escribe en un comentario si alguna vez has contado cuántas cosas has metido en tu cajón desastre personal. Recomienda esta entrada a alguien que no tenga un cajón donde meterse. Hoy y como excepción puedes enviarte esta entrada a ti. Dale al «megustas» y, por supuesto, guarda esta entrada en tus colecciones de cosas «yotengouncojondesastreyeselderecho».
¡Un momento! Escribe en un comentario si has buscado en Internet de dónde viene esta expresión acerca de los cajones, de los sastres y de los desastres, ¡seguro que lo has hecho! Yo lo he buscado y cuando llegaba a la página que lo explicaba detalladamente, no sé cómo, he terminado en «yutub» mirando vídeos de cómo limpiar las borrajas sin que se te pongan los dedos de las manos «negros mecánico». ¡Superútiles estos vídeos! Creedme si os digo que es increíble. ¡Ya ves, colega!
C./