
La imagen no muestra más que unas estrellitas saliendo de la zona golpeada. Realmente suena más o menos así: «¡cruj!». Este es el auténtico origen del verbo crujir. Algunos académicos dicen que crujir hace referencia al ruido que hacen ciertos objetos o cuerpos al rozar entre sí o al romperse. Pero esta acepción es muy general, poco precisa, diría yo.
El origen genuino de esta palabra es el ruido que hacen las vértebras cervicales al romperse, en concreto la C1 y la C2 también conocidas como Atlas y Axis respectivamente. Las otras cinco cervicales están ahí para hacer un poco de compañía y, la verdad sea dicha, no crujen como las dos primeras.
Atlas y Axis, de modo resumido, tienen la función de sujetar la cabeza y permitir los movimientos del cuello. No están diseñadas para sujetar el cuerpo ni soportar las torsiones derivadas de caídas de morros o de contusiones por bate de béisbol, por ejemplo. Todos tenemos un límite y el límite de Atlas y Axis está ahí.
¿Cómo saber cuándo se supera el límite de estas dos cervicales? La respuesta es «¡cruj!». Así de fácil, así de sencillo. No hay ni dobles ni malas interpretaciones, cuando se escucha ese ruido todo ha terminado para nuestras amigas Atlas y Axis.
Escribe en un comentario si te gustaría comprobar como te crujen las vértebras cervicales según caes de cabeza desde tres metros de altura sobre el suelo. Yo te aseguro que no vas a olvidar la experiencia. Dale al «megustas» y, por supuesto, guarda esta entrada en tus colecciones de cosas «miscervicalesestanmejorsincrujirgracias».
¡Un momento! Escribe en un comentario si has buscado en Internet cómo se llaman las otras 5 vértebras cervicales, ¡seguro que lo has hecho! Yo te lo cuento: C3, C4, C5, C6 y C7. No son nombres tan chulos y molones como Atlas y Axis pero son originales, tal y como lo son los nombres de las 5 hijas de la palmípeda mamá pata: Pata, Peta, Pita, Pota y Catalina.
C./