
Edvard Munch hizo en su momento una serie de cuadros (4) que tituló “El Grito” (Skrik). Influenciado por el gran Edvard, yo os presento hoy “El Bostezo”, la obra culmen de C./ inspirada en su experiencia, sacada de su propia vida. Puede decirse que es un cuadro autobiográfico lleno de simbolismos. Este cuadro llevará, sin duda, al gran C./ al museo del Prado.
Observad con presteza, o sin ella, me gusta escribir eso de la presteza porque parece muy culto. Observad, digo, la fuerza de las legañas en esos ojos inflamados por el sueño. Percibid el desaliño del pelo y la barba de 5 días dando ese tono pólvora y enfermizo a la piel ya arrugada. Notad ese olor a ropa usada durante varias semanas que desprende la camiseta otrora blanca y que ahora torna en blancuzco grisáceo como las alas de las gráciles y molestas moscas.
¿Qué podéis decirme de esos puños cerrados? Se agitan al aire en lucha contra el despertar y el espabilamiento… batalla perdida, sin duda. ¿Qué os sugiere la pureza de esa bocaza abierta? No es el bostezo sino un gesto instintivo que representa el sueño, el hambre o el absurdo aburrimiento. Es, en definitiva, una puerta muy abierta al alma.
Una gran obra maestra del gran C./. Ya le hubiera gustado al Edvard Munch hacer un cuadro la mitad de chulo que “El Bostezo”. ¡A que sí!
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¡Un momento! Escribe en un comentario si has buscado en Internet por qué el bostezo es tan contagioso (¡seguro que lo has hecho!)
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