
Tener cuidado no basta. Estar presente y prestar atención, tampoco es garantía de nada. Las oraciones y las plegarias no son ayuda. Hay algunas veces que lo que cuenta es lo ágil y lo rápido que seas para recorrer una semana peligrosa donde los días y el enorme peso de sus avatares cae de repente de un modo cruel e inevitable sobre ti.
No son los más valientes los que sobreviven y mucho menos los temerosos que se acurrucan en un rincón temblando. Los supervivientes son los más rápidos, los que no miran atrás; aquellos que solo confían en sus fuerzas y en que el azar les sonría, al menos, una vez más.
¡Vamos, corre! ¡Corre hasta que revientes! ¡No pares, continúa! No sabes a dónde vas, no sabes lo que vas a encontrar ni cómo vas a terminar y tampoco importa demasiado. Lo único que realmente importa es terminar como sea esta semana, una semana peligrosa.
Cuando acabe, lo único que tienes que hacer es controlar lo más rápidamente el violento resuello que atormenta tus pulmones mientras tratas de encontrar una esquina discreta donde prepararte para afrontar la siguiente maldición que viene a por ti: una semana peligrosa más, como la anterior.
Escribe en un comentario si has vivido una semana peligrosa alguna vez. Recomienda esta entrada a alguien que sea fan de lloriquear porque las semanas sean peligrosas. Dale al «megustas» y guarda esta entrada en tus colecciones de cosas «unasemanapeligrosaesunaporqueria».
¡Un momento! Escribe en un comentario si has buscado en Internet en qué consiste una semana peligrosa (¡seguro que lo has hecho!).
C./