Estos son Luis y Mariano. Son buenos amigos aunque parezca lo contrario. Se habían reunido para comer una tortilla de patata campestre juntos. Lo que no sabían era que uno iba a comerla con cebolla y el otro con los huevos rotos.
Al principio todo iba bien, reinaba el buen humor y los dos amigos se divertían. En el momento de reunir los ingredientes de la tortilla, Mariano observó que Luis había traído cebolla.
—¡Eh, Luis! ¿No irás a poner cebolla en la tortilla de patata, verdad?
—¡Claro! La tortilla de patata siempre se hace con cebolla.
La discusión inicialmente fue amigable e intercambiaron amablemente sus opiniones acerca de la tortilla de patata con y sin cebolla.
—Hay que ser un auténtico gilipollas para ponerle cebolla a la tortilla, Luis.
—Solo un capullo integral comería la tortilla de patata sin cebolla, Mariano.
Al final, Luis «ganó» la discusión. Sus argumentos no dieron pie a la réplica de Mariano que cayó al suelo retorcido de dolor. Luis frió la patata y la cebolla, volvió a romper los huevos (esta vez los de la gallina) los batió, mezcló los ingredientes e hizo una tortilla de patata estupenda.
Tortilla de patata con cebolla para Luis y también para Mariano que la comió con los huevos rotos.
Escribe en un comentario si conoces algún otro método de romper los huevos que no sea tan doloroso. Recomienda esta entrada a alguien que sea fan de la tortilla de patata campestre. Dale al «megustas» y guarda esta entrada en tus colecciones de cosas «tioesotienequedolerungüevo».
¡Un momento! Escribe en un comentario si has buscado en Internet cuantas recetas de huevos rotos hay (¡seguro que lo has hecho!).
C./