Sabéis lo mucho que me gusta instruiros mostrándoos los nuevos inventos que nos otorga la vida moderna, pero hoy quiero rendir homenaje a un gran invento que se produjo hace muchos, muchos años y, por supuesto, a sus abnegados inventores: la rueda dentada.
Ellos no sabían lo que estaban haciendo. Mejor dicho, sí lo sabían, lo que no sabían era la enorme trascendencia que tendría en el futuro su invención. Yo creo que, aunque no fueran conscientes de ello, lo intuían. Algo les animaba a continuar en su empeño hasta conseguir materializar su sueño.
De hecho tuvieron que arrancarse casi todos los dientes mutuamente, apenas les quedaron en la boca un par de dientes a cada uno, pero el sacrificio mereció la pena: acababan de inventar la rueda dentada.
Colocaron cuidadosamente a lo largo del exterior de la rueda sus dientes, uno tras otro, equidistantes, incisivo, muela, colmillo, premolar y de nuevo, incisivo, muela, colmillo, premolar, hasta completar la circunferencia. Ya estaba. Perfecto. ¿Qué podrían hacer con aquella rueda? No lo sabían, pero su imaginación volaba y ya podían ver ruedas masticando carne cruda, o mordiendo uñas… No lo sabían. Las posibilidades eran infinitas.
¡Gloria a ellos! Y desde aquí, desde este futuro maravilloso que ayudásteis a construir, ¡gracias, trogloditas!
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¡Un momento! Escribe en un comentario si has buscado en Internet si la rueda dentada puede llegar a tener caries si no se limpia bien todos los días (¡seguro que lo has hecho!).
C./