No sé si es mi sueño o mi obsesión porque soy incapaz de quitármelo de la cabeza. Es que cada vez que lo pienso, lo visualizo y lo deseo. Soy capaz hasta de sentir el olor y el sabor y de oír como cruje el pan tierno recién cocido según le doy un buen mordisco a mi bocadillo de jamón.
Para comprar una barra de pan, todavía me llega. Comprar un tomate maduro creo que aún está a mi alcance. Para pedirle un poco de aceite de oliva a mi vecina, me va un poco justo porque ya le he pedido unas gotas en otras dos ocasiones y para mí que ya le está molestando mi presencia. Pero creo que me mojaría un poco el pan con aceite si le digo que es para un bocadillo de jamón.
Me queda por resolver cómo comprar el vino y el jamón. El vino tiene que ser bueno y el jamón también. La tarjeta de crédito la tengo temblando y me cuesta mucho llegar a fin de mes. Pero si pido un crédito personal a devolver en cómodas cuotas, aunque los intereses estén a nivel atraco, y me aprieto un poco más el cinturón, lo justo para poder seguir respirando, creo que puedo comprar el vino y el jamón.
Lo voy a hacer. ¡Seguro! ¡Me lo merezco! Voy a cumplir mi sueño.
Escribe en un comentario si te acuerdas de la última vez que pudiste comer un buen bocadillo de jamón pagado de tu bolsillo. Recomienda este post a alguien que sea un jamónlover convencido. Dale al “megustas” y guarda este post en tus colecciones de cosas “matariaporunbocadillodejamon”
¡Un momento! Escribe en un comentario si has buscado en Internet que el buen jamón serrano necesita un año de curación, como mínimo, para estar bueno (¡seguro que lo has hecho!)
C./