Hace ya tres meses que el Eulogio ejerce de náufrago en ese islote. El puesto lo encontró por casualidad. Iba de pesca en su pequeño barco de vela cuando lo sorprendió una tempestad que destruyó su barquito y terminó arrojándolo a ese peñasco en mitad del mar.
Antes de esto el Eulogio era influencer en redes sociales y no le iba mal, hasta tenía un velero para ir de excursión por el mar.
Del naufragio pudo rescatar un trozo de mástil, una botella de vino de Cariñena, un trozo de papel y una estilográfica. ¡Bien! Puede atar su camisa al palo, que hace mucho de náufrago experto, y también puede mandar un mensaje pidiendo ayuda dentro de la botella. Y, ¡salvado!
Sin embargo duda en hacerlo. ¿Qué pasaría si el mensaje lo encontrara su ex? Seguro que iba a disfrutar sabiendo que era un náufrago y eso no puede ser. ¿En qué dirección lanzar la botella para encontrar el mayor número de seguidores que le puedan ayudar? ¿Y si lo encuentran sin afeitar y con la ropa hecha jirones, cuántos seguidores perdería por su mal aspecto? Además, ¿de qué sirve mandar un mensaje en una botella sin un vídeo corto o un carrusel de fotos donde se vea todo el entorno? ¡Nadie se lo va a creer!
Todas estas consideraciones abruman al pobre Eulogio y no sabe bién qué decisión tomar.
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¡Un momento! Escribe en un comentario si has buscado en Internet que el origen de la palabra náufrago es la palabra latina naufragium que significa naufragar (¡seguro que lo has hecho!)
C./