Actualmente, el teléfono es un apéndice más de nuestro cuerpo. Mejor dicho, de nuestro cerebro, por eso cuando se queda sin batería es como si medio cerebro se paralizara. Es como quedarse desnudo en plena calle.
Esto fue lo que le pasó al Eleuterio. En mitad de la calle, la batería de su teléfono dijo basta, se agotó y el aparato se apagó. “¿Qué debo hacer? ¿Dónde estoy? ¿Cómo voy a llegar a ese sitio donde iba? ¿Cuándo va a llover? ¿Por qué me tiene que pasar esto a mí?” Todas éstas y más eran las preguntas que se hacía el pobre hombre totalmente confundido.
De pronto, se le ocurrió la solución: llamaría por teléfono a algún amigo que le acercara a donde estaba un cargador. Empezaba ya a deslizar el dedo por la pantalla del teléfono cuando se dio cuenta de que tampoco podía llamar, “¡que no tienes batería, macho!”. Esto es tan tonto como cuando te quedas sin electricidad en casa y como no puedes hacer nada, decides poner la TV para pasar el rato viendo una película… Incluso llegas a darle al botón del mando a distancia varias veces y te preguntas si se le habrán agotado las pilas.
Así quedo el Eleuterio, “zombi-lelo”, mirando su teléfono con impotencia sin saber qué hacer ni a dónde ir, vagando sin rumbo, totalmente perdido en su barrio de toda la vida.
Escribe en un comentario si cuando has estado sin luz en tu casa has tratado de utilizar algo que funcione con electricidad. Recomienda este post a alguien que conozcas que todavía sepa vivir sin teléfono. Dale al “megustas” y guarda este post en tus colecciones de cosas “mejorsincerebroquesinbateria”.
¡Un momento! Escribe en un comentario si has buscado en Internet que hay un síndrome de teléfono sin batería (¡seguro que lo has hecho!)
C./